En el corazón de la Puna jujeña, un programa de recuperación de cultivos andinos está revalorizando saberes ancestrales, creando oportunidades productivas y demostrando que la minería también puede sembrar desarrollo.
Por Panorama Minero
En una región desafiante como Rinconada, Jujuy, marcada por la altitud, el aislamiento y las migraciones internas, unas 20 familias de pequeños productores están escribiendo una nueva historia. Lo hacen a través del cultivo y comercialización de papas andinas, en el marco de un programa de desarrollo rural que une a comunidades indígenas, referentes técnicos, actores gubernamentales y a la empresa SSR Mining – Mina Pirquitas, en una experiencia singular de legado posminero y diversificación económica.
Desde hace tres años, el Programa de Recuperación de Cultivos Andinos busca revitalizar la producción agrícola en comunidades como Pozuelos, en Costa de Guayatayoc. Allí, las familias participaron de talleres, recibieron microcréditos y alcanzaron en la campaña 2023–2024 una producción colectiva de 10.000 kilos de papas. Para el ciclo 2024–2025, el objetivo se duplica: 20.000 kilos, 120 beneficiarios y una apertura del programa a nuevos productores del territorio.
De la papa a la soberanía territorial
La iniciativa se sostiene en alianzas concretas: la Asociación Civil Pachamama, la Secretaría de Pueblos Indígenas, la Comisión Municipal de Rinconada, técnicos locales y el acompañamiento continuo del área de Relaciones Comunitarias de SSR Mining. Se suman también actores como INTA, el Ministerio de Desarrollo Económico y Producción de Jujuy y la consultora Empoderar, especializada en desarrollo territorial.
Más allá del volumen productivo, lo relevante es el enfoque: revalorizar saberes ancestrales, mejorar prácticas de cultivo (riego, selección de semillas, manejo postcosecha) y generar una nueva fuente de ingreso en un contexto donde la ganadería y la minería eran históricamente las únicas alternativas.
Para Diego Esteban, referente local y miembro de la Secretaría de Pueblos Indígenas, el proyecto también cumple un rol comunitario: “Este desafío busca fortalecer la canasta familiar y rescatar lo que hacían nuestros abuelos. La agricultura andina es parte de nuestra identidad”. El concepto de minga, como forma tradicional de trabajo solidario, atraviesa toda la experiencia.
Mujeres, saberes y territorio
El programa pone en el centro a productores con trayectoria y conocimiento del ecosistema puneño. Miriam Cruz, referente de Ojo de Agua con más de 20 años en el cultivo de papas, fue clave en la selección de semillas y en el acompañamiento técnico del grupo. Desde la experiencia, remarcó: “Lo que uno entrega habla de uno. Si enviamos productos de calidad, los clientes nos buscarán. Si no, lo contrario”. Sus conocimientos fueron decisivos para analizar variedades como Desirée, Santa María, Revolución, Imilla Negra, Sayama, Collareja y Pali, entre otras.
Susana Mayo, agricultora anfitriona, logró consolidar su producción a pesar de las heladas y granizo. “Sembramos ocho variedades, no todas resistieron, pero logramos una buena cosecha. Como mujeres, esto nos conecta con nuestra tierra, nuestros hijos y la Pachamama”, expresó con orgullo.
La minería que deja huella
Este tipo de experiencias confirma el potencial de la minería como plataforma de desarrollo integral. “Lo vemos como una oportunidad real —afirmó David Zerpa, ingeniero zootecnista del proyecto—. Son papas poco comunes en la zona, con poco competidor directo incluso desde Bolivia. Hay valor agregado, color, sabor, tradición”.
Para Verónica Orellana, de Relaciones Comunitarias de SSR Mining, el compromiso de la empresa va más allá de lo económico: “Acompañamos desde la logística, los talleres, las reuniones, con una referente dedicada. Eliana Flores lidera el trabajo con los productores para llegar a la comercialización”.
Además de los avances productivos, el equipo logró incluir acciones como fertilización, bancos de insumos, riego por goteo, selección y curación de semillas. La siguiente etapa será clave: un control de calidad en Abra Pampa, en el centro de acopio agropecuario de la zona.
Más allá de las papas: un modelo de futuro
Para el antropólogo Mario Palma, director de Empoderar, este proyecto “responde a un viejo sueño de las comunidades: recuperar la variedad y calidad de sus papines, generar valor agregado y mejorar su calidad de vida aprovechando su tierra ancestral”. Destaca además que “la fase actual busca mejorar la comercialización, con integración territorial y cooperación real entre comunidades”.
Edgardo Volpi, gerente de Relaciones Comunitarias de SSR Mining, lo resume con claridad: “Esta es una buena forma de planificar anticipadamente el cierre de una mina. Lo que estamos construyendo va más allá de las papas andinas: hablamos de turismo rural, camélidos, patrimonio cultural. Todo parte de proyectos que nacen en las comunidades, se discuten con el Estado y se estructuran con apoyo técnico. Esa es nuestra manera de dejar una huella”.