Economía Circular

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En la actual economía lineal globalizada, basada en el paradigma de "tomar, fabricar y desechar", las agendas globales están cada vez más orientadas hacia la neutralidad de carbono, con el fin de garantizar un futuro sostenible. En este contexto, el rol de la minería es clave en la transición hacia fuentes de energía bajas en carbono, dado que provee las materias primas e insumos necesarios para tecnologías más limpias. Por ello, la continuidad y expansión de la minería deben alinearse con las crecientes demandas sociales y ambientales que limitan el acceso a los yacimientos.

Por Ing. de Minas Gabriel Paganini
Experto en Economía Circular y Sustentabilidad en la Industria Minera

Frente al predominio del modelo de economía lineal, surge la economía circular (EC) como un enfoque transformador que opera a nivel organizacional, económico y social. La EC no solo previene la contaminación y protege el medio ambiente, sino que también ofrece un camino hacia la sostenibilidad mediante un sistema regenerativo y restaurador. Su objetivo es impulsar el desarrollo económico (mercado de bienes y servicios) al tiempo que se reduce la presión sobre los recursos naturales.

En el sector minero, la economía circular presenta importantes oportunidades: minimizar y valorizar los residuos, aumentar la eficiencia en las operaciones de extracción y procesamiento, y rehabilitar los sitios mineros para su uso productivo futuro. Estas prácticas no solo permiten una mejor gestión de los recursos, sino que también contribuyen a la sostenibilidad a largo plazo.

La adopción de la economía circular en la industria minera requiere la colaboración de múltiples actores en un ecosistema de trabajo conjunto. Las políticas sobre circularidad deben integrar enfoques globales y, al mismo tiempo, abordar los desafíos específicos de la valorización e inertización de residuos mineros, considerando las capacidades de la cada yacimiento y su entorno geográfico y social. El tránsito hacia este modelo debe ser gradual y progresivo, desde soluciones simples a complejas, siempre alineadas con la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En los últimos años, la demanda mundial de recursos naturales ha crecido considerablemente, triplicándose su extracción debida, en parte, al impulso de la electromovilidad. Los minerales metálicos han sido especialmente afectados por este aumento en la demanda, registrando un crecimiento anual del 2.7 % desde 1970 hasta 2017. De mantenerse los patrones de crecimiento económico de las últimas décadas, con la consecuente producción, comercialización, procesamiento y desecho de materiales, este modelo se volverá insostenible a corto plazo. En una economía global en constante transformación, donde las agendas internacionales impulsan la transición hacia la neutralidad de carbono para asegurar un futuro sostenible, el papel de la minería es fundamental. Esta industria provee las materias primas necesarias para el desarrollo de tecnologías limpias en la transición energética, como los vehículos eléctricos, cambios en la matriz energética, paneles solares, aerogeneradores y sistemas de almacenamiento energético. Además, la minería es esencial para los sectores de la construcción, infraestructura, manufactura y producción de bienes de consumo.

Sin embargo, para garantizar su continuidad y crecimiento, la minería debe adaptarse hacia un futuro sostenible. Esto implica internalizar los costos ambientales y desarrollar estrategias que minimicen su impacto en el ecosistema, alineando su actividad con el valor compartido, fortaleciendo la confianza con los grupos de interés, promoviendo la transición de flujos lineales a circulares y apoyando la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). La minería es uno de los pilares del crecimiento económico en países andinos como Chile, Perú, Bolivia y, más recientemente Argentina. Estos territorios poseen una riqueza natural que podría transformarse en capital para el desarrollo inclusivo, competitivo y sostenible. Sin embargo, la minería no está exenta de exigencias por parte de los grupos de interés, como gobiernos, comunidades, accionistas y consumidores, que buscan reducir su presión sobre el medio ambiente. Esto exige repensar la planificación estratégica de la minería, incorporando el análisis del sistema ambiental como proveedor de recursos (renovables y no renovables), y considerando su capacidad para mantener funciones regenerativas y absorber los residuos generados.

A pesar de las alertas sobre las presiones en el sistema ambiental y el llamado a revisar los actuales patrones lineales de la economía, la transición hacia una minería sostenible sigue siendo un reto. Lograrlo requiere una estrategia clara y la colaboración entre los grupos de interés.

¿Qué estrategia se debe adoptar para hacer la minería más sostenible?

Es necesario incentivar que los procesos operativos de la minería sean regenerativos y restaurativos, en lugar de meramente extractivos. Esto implica la transición de un modelo lineal a uno circular, en el que se priorice la retención de valor y la reducción de impactos ambientales, creando al mismo tiempo nuevas oportunidades económicas. Esta ruta hacia una Economía Circular (EC) debe formar parte de una estrategia integral que involucre a los sectores minero, productivo e industrial, promoviendo el consumo y la producción sostenibles. La colaboración entre gobiernos, sector minero, sociedad civil, academia y comunidades será clave para fortalecer capacidades y desarrollar tecnología que promueva la sostenibilidad de la minería.

¿Qué es la economía circular (EC)?

Existen más de cien definiciones del término, lo que dificulta el consenso. En América Latina y el Caribe, el concepto suele estar dominado por ideas vinculadas a la economía del reciclaje.

Dada la creciente relevancia del concepto de Economía Circular (EC), se busca construir un marco conceptual coherente a partir de la literatura existente, subrayando su relación con la consecución del desarrollo sostenible. Se propone que, para definir este concepto, es necesario considerar cuatro componentes clave: 1) la recirculación de recursos y energía, la minimización en el uso de recursos, y la recuperación de valor de los residuos; 2) el enfoque multinivel; 3) su relevancia como vía para alcanzar el desarrollo sostenible; y 4) su estrecha conexión con la innovación social.

En este sentido, se presenta la siguiente definición:

“La economía circular es un modelo de desarrollo económico que actúa a todos los niveles organizacionales, previniendo la contaminación ambiental, protegiendo el entorno natural y ofreciendo un camino hacia la sostenibilidad ambiental, social y económica. Este modelo se enfoca en regenerar y restaurar los sistemas naturales, reduciendo la extracción de materias primas vírgenes y minimizando la producción de residuos. Además, la economía circular procura mantener los productos y materiales en uso durante el mayor tiempo posible, de modo que, al finalizar su vida útil, se conviertan en recursos para nuevas actividades. Este proceso está respaldado por el diseño y desarrollo tecnológico para fabricar productos que faciliten su mantenimiento, reparación, reutilización, refabricación, restauración y reciclaje”.

Asimismo, la EC fomenta la retención de valor, reduce los impactos ambientales, disminuye costos y crea oportunidades económicas, contribuyendo al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030. En particular, se alinea con el ODS 12 (producción y consumo responsables) y sus metas, y, de manera indirecta, apoya los ODS 6 (agua limpia y saneamiento), ODS 7 (energía asequible y limpia), ODS 8 (trabajo decente y crecimiento económico), ODS 13 (acción por el clima) y ODS 15 (vida de ecosistemas terrestres).

La expansión territorial de la minería en Argentina ha impulsado el desarrollo de la minería metálica y no metálica en los regímenes de gran minería (metálica) y mediana minería (no metálica), aunque aún no se ha promovido significativamente la minería artesanal y de pequeña escala.

Dado este contexto, las decisiones en torno a esta actividad deben reconocer que el entorno ambiental es proveedor de servicios ecosistémicos fundamentales, que sostienen la salud, la riqueza y el bienestar de la población. En este sentido, resulta crucial identificar los procesos que conforman la cadena de valor de la minería en Argentina, desde el origen hasta el puerto de exportación, con el objetivo de capturar tanto las oportunidades como los desafíos que plantea esta industria en su transición hacia una Economía Circular (EC).

La adopción de prácticas de EC en la minería llevará a mejorar los estándares, aumentar las exigencias y formular políticas públicas que favorezcan el cierre de brechas hacia una minería más sostenible. Para lograrlo, es necesario coordinar esfuerzos mediante la creación y promoción de lineamientos de acción colaborativa, que impulsen una mayor circularidad en la industria minera. Un enfoque central será el fortalecimiento de políticas públicas, así como la promoción de la participación activa de todos los grupos de interés.

Transición de la economía lineal a la economía circular

En la última década, el concepto de Economía Circular (EC) ha captado la atención de actores clave en la economía mundial como una alternativa al modelo tradicional de economía lineal, caracterizado por el enfoque de "tomar, fabricar y desechar". Este modelo ha predominado hasta el presente, pero hoy tanto empresas como gobiernos son cada vez más conscientes de sus limitaciones e impactos, como el agotamiento de recursos naturales, tanto renovables como no renovables, el incremento en los volúmenes de desechos, y la creciente contaminación ambiental. Estos factores no solo amenazan el bienestar social, sino que también afectan la rentabilidad y la sostenibilidad empresarial. Es crucial avanzar hacia una economía inclusiva y circular, cuyo objetivo sea desacoplar el crecimiento económico del aumento en la presión sobre el medio ambiente (límites de hundimiento) y del uso intensivo de recursos y energía (límites de fuente). Para lograr una verdadera transición hacia la EC y el desacoplamiento absoluto, será necesario realizar importantes inversiones y adoptar decisiones políticas firmes que impulsen la implementación de los principios de la EC, apoyados por incentivos económicos adecuados.

Este cambio permitirá optimizar el uso de los recursos naturales, como ya lo señalaba el Club de Roma en 2016. En este contexto, es esencial comprender el desacoplamiento entre el crecimiento económico y el uso de recursos naturales, así como la presión sobre el medio ambiente. Existe una relación bidireccional entre el sistema económico (representado por el mercado) y el sistema ambiental natural. Los sistemas económicos son abiertos y dependen de los insumos extraídos del sistema natural para su funcionamiento, devolviendo a este contaminantes y residuos. Estos residuos pueden clasificarse en dos categorías principales: el calor disipado y los desechos materiales. El diagrama 2 ilustra la relación dinámica entre economía y medio ambiente, subrayando la importancia de adoptar un enfoque circular en la gestión de recursos.

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Con base en este esquema, se puede explicar la presión ambiental que genera la economía lineal actual. Este modelo fomenta una cultura de consumo excesivo y produce grandes volúmenes de residuos que el sistema ambiental no puede asimilar de manera sostenible a largo plazo. En contraste, la naturaleza opera de forma regenerativa y circular, donde el subproducto de una especie se convierte en materia prima para otra.

“La economía circular se inspira en los ciclos naturales y tiene como objetivo minimizar el consumo de materias primas, energía y reducir los residuos a cero. Se caracteriza por generar bajas emisiones contaminantes y una alta eficiencia en el uso de los recursos, contribuyendo significativamente a la protección del medio ambiente no solo a nivel regional, sino también global. Por ello, la economía circular forma parte de una estrategia integral para alcanzar el desarrollo sostenible”.

La economía circular (EC) ha ganado popularidad en los ámbitos empresarial y político, apoyada por organizaciones como la Fundación Ellen MacArthur y respaldada por el creciente cuerpo de investigación. Sin embargo, la transición hacia la EC requiere transformaciones profundas en los patrones de producción y consumo. Este cambio implica la adopción de nuevas tecnologías, productos, modelos comerciales y transformaciones sociales. En este proceso, el diseño juega un papel crucial al incorporar la idea de convertir “desechos, residuos o subproductos” en “insumos para nuevos productos”.

¿Por qué América Latina debe transitar de una economía lineal a una economía circular?

América Latina, desde la época colonial, ha basado su economía en la extracción de recursos, pero hoy es imperativo replantear este enfoque hacia la conservación y regeneración. Los resultados de su estudio muestran que la EC representa una oportunidad clave para la generación de empleo y la reducción de la pobreza, al mismo tiempo que es esencial para la conservación de los recursos naturales, tanto presentes como futuros. En consecuencia, la transición de la economía lineal hacia un modelo circular requiere la promoción de innovaciones que impulsen la desmaterialización, el desarrollo de la industria 4.0, la búsqueda de tecnologías disruptivas y la creación de nuevos modelos de negocio.

A pesar de que en la última década se ha observado una cierta disociación entre el crecimiento económico y el uso de recursos, estos avances han resultado en controles más estrictos, pero no han sido suficientes. El incremento del consumo sigue agotando rápidamente los recursos ahorrados gracias a la eficiencia. Ante esta realidad, la EC emerge como una solución clave para equilibrar el crecimiento económico con la sostenibilidad ambiental.

Basado en el texto La Economía Circular en la Economía Peruana de Dolfer Julca Zuloeta, Consultor de la Unidad de Recursos No Renovables, División de Recursos Naturales de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en el marco de las actividades de la División y del programa Cooperación Regional para una Gestión Sustentable de los Recursos Mineros en los PaísesAndinos (MINSUS), ejecutado por la CEPAL en conjunto con la Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit (GIZ) y financiado por el Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo (BMZ) de Alemania.

Publicado por: Panorama Minero

Categoría: Noticias

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