El potasio y el litio recorren un carril regulatorio distinto al de la minería metalífera, con evaluación ambiental administrativa y participación ciudadana como instancias centrales.
Por Panorama Minero
El avance del proyecto Potasio Cancambria tras su audiencia pública volvió a poner en evidencia una característica clave del esquema minero mendocino que muchas veces queda diluida en el debate público: los proyectos de sales transitan un carril regulatorio distinto, donde el eje no está en el aval político legislativo, sino en la evaluación ambiental técnica y en la construcción temprana de licencia social.
El resultado de la audiencia de Cancambria -con más del 90% de las intervenciones a favor- no solo marca un respaldo puntual a una iniciativa de exploración de potasio, sino que confirma un patrón que también se replica en otros proyectos de características similares, como Don Luis, de exploración de sales de litio, que semanas atrás atravesó una audiencia pública con niveles de apoyo comparables en el sur mendocino.
Audiencias públicas como eje del proceso
En ambos casos, Cancambria y Don Luis, la instancia central de validación fue la audiencia pública, organizada por la Autoridad Ambiental Minera, con modalidad híbrida, acceso a la documentación técnica y participación efectiva de comunidades locales, sectores productivos y actores institucionales.
Este punto no es menor. A diferencia de los proyectos metalíferos de gran escala alcanzados por la Ley 7.722, las iniciativas vinculadas a sales -potasio y litio- no requieren tratamiento legislativo. El control se concentra en el Informe de Impacto Ambiental, los dictámenes sectoriales y la instancia de participación ciudadana, que cumple un rol clave en la construcción de confianza desde las etapas iniciales.
En ese esquema, la licencia social no aparece como una corrección tardía, sino como una condición que se trabaja desde el inicio del proceso.
El caso Don Luis confirma el patrón
El proyecto Don Luis, orientado a la exploración de sales de litio, recorrió el mismo camino administrativo y social que Cancambria. Su audiencia pública registró más del 90% de expresiones favorables, con una fuerte participación local y un debate centrado en aspectos técnicos, ambientales y territoriales.
La coincidencia entre ambos procesos no es casual. En Mendoza, las sales tienen un tratamiento normativo diferenciado, que reconoce tanto su menor nivel de impacto relativo como la necesidad de evaluarlas bajo parámetros técnicos específicos, sin trasladar el debate al plano político legislativo.
De este modo, Cancambria y Don Luis funcionan como casos testigo de una modalidad que prioriza el control ambiental, la información pública y la participación ciudadana por sobre el aval político.
PRC: fuera de la Legislatura, pero igualmente detenido
El contraste inevitable aparece con Potasio Río Colorado (PRC). Al igual que Cancambria y Don Luis, PRC no pasó por la Legislatura ni está alcanzado por la Ley 7.722. Sin embargo, su situación es diametralmente opuesta: el proyecto continúa detenido, sin definiciones estructurales que permitan avanzar hacia su desarrollo.
La diferencia no radica en el marco legal, sino en la escala y complejidad del emprendimiento. PRC es un megaproyecto que requiere infraestructura pesada -ferrocarril, sistema eléctrico, accesos viales- y cuya factibilidad depende de decisiones logísticas y financieras de gran magnitud. La falta de resolución de esos condicionantes, sumada a una historia de mala administración y cambios de rumbo, terminó por convertir al potasio en una de las grandes deudas de la minería mendocina.
Este contraste refuerza una lectura clave: no es el aval político lo que define el avance o el freno de un proyecto, sino su diseño técnico, su escala y la capacidad de resolver sus condicionantes estructurales.
Dos modelos, dos velocidades
Mientras PRC sigue atado a definiciones que exceden el plano ambiental, proyectos como Cancambria y Don Luis avanzan en etapas tempranas, con objetivos acotados, procesos conocidos y esquemas de control claros. No compiten entre sí, pero sí muestran dos formas distintas de encarar el desarrollo de un mismo tipo de recurso.
En ese sentido, el avance de Cancambria no debe leerse como un hecho aislado, sino como parte de una estrategia más amplia en la que Mendoza empieza a ordenar su agenda minera diferenciando tipo de mineral, escala del proyecto y nivel de impacto.
Un mensaje claro para el mapa minero provincial
El recorrido de los proyectos de sales deja una señal clara: en Mendoza, no todo pasa por la Legislatura y no todos los proyectos recorren el mismo camino. En el caso del potasio y el litio en etapas de exploración, la clave está en el rigor técnico, la evaluación ambiental y la licencia social temprana.
Cancambria y Don Luis muestran que, cuando esos factores se alinean, los proyectos pueden avanzar sin sobresaltos políticos. Al mismo tiempo, funcionan como recordatorio de que los problemas de la minería mendocina no siempre estuvieron en las leyes, sino -muchas veces- en cómo se diseñaron y gestionaron los proyectos.




























