Un mundo que prioriza el abastecimiento de energía segura, asequible y sustentable no puede prescindir de la generación nucleoeléctrica. Así lo señaló Luis López, referente de la CNEA, quien destacó la necesidad de volver a producir uranio en el país para reducir las importaciones con las que actualmente se cubren los requerimientos de las centrales nucleares argentinas.
Por Panorama Minero
El uranio como insumo crítico para la generación nucleoeléctrica a escala local y mundial protagonizó el arranque de la segunda jornada de Argentina Oro, Plata y Cobre 2025, cumbre anual organizada por Panorama Minero en el Golden Center Eventos.
Según la mirada de Luis López, especialista en Recursos de Uranio de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), el ciclo uranífero es perfectamente sustentable. “La minería del uranio es, en rigor, una minería de bajo calibre. Sólo se necesitan unas 59.000 toneladas (Tn) anuales del recurso para abastecer los requerimientos globales”, cuantificó el experto, quien aportó sus conocimientos en el panel ‘Uranio: Importancia estratégica y alta relevancia en el actual contexto’.
Por definición, indicó, se trata del principal combustible de los reactores nucleares que funcionan en todo el planeta. “Todas las etapas del ciclo productivo del uranio deben realizarse a partir de las mejores prácticas, cuidando el medio ambiente y beneficiando a las economías locales y regionales”, planteó.
Se requieren, puntualizó, nueve partes de uranio natural para fabricar cada parte de uranio enriquecido, que es el que nutre a un 94% de la industria de generación nucleoeléctrica global. “Desde que se descubre un depósito hasta que se avanza hacia su puesta en operación se demora entre 20 y 40 años. No es un dato menor”, advirtió.
Tanto las reservas como la producción de uranio, acotó, están altamente concentradas en pocas naciones. “Hay una asimetría muy grande entre los países que fabrican el recurso y aquellos que lo consumen. En un extremo está Kazajstán, que exporta casi todo lo que produce, y en el otro Estados Unidos, que es un importador neto”, comparó.
En cuanto a los métodos de producción, precisó, el más empleado es la lixiviación in situ (60% del total), seguido por la producción subterránea (18%) y a cielo abierto (16%). “El uranio también puede obtenerse como subproducto de diferentes minerales. Se estima que, a través de esa metodología, en 2026 se alcanzarán las 200 Tn anuales producidas, volumen equivalente al que utiliza la Argentina”, especificó.
Mercado fluctuante
Puede decirse que el uranio es un commodity porque casi el 80% de su producción se exporta. No obstante, distinguió López, por lo general se prioriza la seguridad en el suministro por sobre las condiciones del mercado. “Un 75% de la producción internacional actual corresponde a compañías estatales (en el caso de Kazajstán, ese porcentaje sube a un 87%)”, graficó.
Un 5% del combustible mundial, agregó, proviene del reciclado de combustible gastado. “Hoy el kilo de uranio cuesta poco más de US$200 en un mercado internacional muy fluctuante. Una aceleración en la transición energética seguramente elevará el consumo uranífero”, proyectó.
La Argentina, acotó, posee tres centrales operativas: Atucha I, Atucha II y Embalse. “La capacidad instalada representa un 4% de la matriz energética, pero el segmento puede generar más del doble en términos de electricidad, por ser una fuente de base que produce constantemente”, aclaró.
Nueva estrategia
Desde muy temprano, reconoció López, el país puso en marcha distintos depósitos, alcanzando un total histórico de 2.700 Tn de uranio. “La técnica a cielo abierto es la más instrumentada, explicando un 82% del total producido”, precisó.
La importación de concentrado de uranio, evocó, tuvo su origen en 1992, mientras que la producción nacional cerró en 1997. “El material llega por barco, principalmente desde Canadá, República Checa y Kazajstán. Se lo traslada por tierra a Córdoba y luego a Ezeiza, desde donde se despacha como combustible a las tres centrales”, comentó.
Según sus palabras, Cerro Solo (a cargo de la CNEA y en stand by), Ivana (en exploración avanzada y cerca de entrar en prefactibilidad) y Sierra Pintada (que ya estuvo en producción y aún tiene un remanente por explotar) figuran entre los proyectos argentinos más interesantes. “Hay 33.650 Tn de recursos identificados (indicados más inferidos) en el país. El mayor potencial se concentra en tres provincias: Mendoza, Río Negro y Chubut”, particularizó.
En las tres, destacó, se está trabajando mucho en materia de sustentabilidad a partir de la elaboración de nuevos códigos de procedimientos mineros, la promoción de la participación comunitaria, y la firma de acuerdos provinciales con entidades académicas y centros de investigación.
“En todo el proceso de la importación, el país está gastando entre US$60 y US$70 millones por año. Es hora de diseñar una nueva estrategia en la materia. Hay buenas perspectivas tanto para identificar y poner en valor nuevos recursos como para reactivar los proyectos paralizados”, concluyó.

























