Empresarios, analistas, sindicalistas y funcionarios coinciden en la necesidad de avanzar hacia una mayor industrialización del litio, aunque difieren en los caminos y ritmos para alcanzarla. Una visión técnica, presentada por el analista chileno Daniel Jiménez, advierte que la industrialización en origen podría estar destruyendo valor en lugar de crearlo.
Por Panorama Minero
El litio argentino atraviesa un momento de expansión sin precedentes. A la par del crecimiento de la producción, surge una discusión clave: cómo y hasta dónde avanzar en la generación de valor agregado. Aunque existe consenso sobre la necesidad de escalar hacia una industria más integrada, las visiones sobre el modo de hacerlo son diversas. Este debate se reflejó durante el 14° Seminario Internacional del Litio en Sudamérica, organizado por Panorama Minero, donde distintos actores del sector expusieron perspectivas complementarias y, en algunos casos, contrapuestas.
Federico Gay, analista principal de litio en Benchmark Mineral Intelligence, destacó que la región se encamina a una nueva etapa de liderazgo mundial. “Sudamérica va a duplicar su producción: en dos años será la mayor productora, y ese crecimiento vendrá de Argentina”, sostuvo. Sin embargo, advirtió sobre los límites del entusiasmo industrialista. “Producir baterías acá sería un sueño, pero hoy es muy difícil. Se necesita cobalto, níquel y gran capacidad energética; Argentina no produce ninguno de esos insumos. Primero debemos fortalecer la cadena y enfocarnos en competitividad”, explicó.
Gay enfatizó que la prioridad debe estar en mantener costos bajos y eficiencia operativa: “No importa solo tener los mejores depósitos o las mejores leyes; eso ayuda, pero lo que nos hace competitivos es la capacidad de producir a menor costo”.
Desde el ámbito empresarial, Ignacio Costa, gerente general de Rio Tinto Argentina, coincidió en que el país debe avanzar hacia una cadena de valor más sólida, aunque con una lectura diferente sobre los logros actuales. “El carbonato de litio ya representa un paso importante en la generación de valor agregado”, señaló. Para el ejecutivo, la Argentina atraviesa una primera etapa de transformación industrial que merece ser profundizada. “Hoy contamos con ciertos consensos que nos permiten proyectar un crecimiento más integrado en los próximos años”, agregó.
En representación del sector sindical, Héctor Laplace, secretario general de AOMA, subrayó la importancia de que el desarrollo minero tenga impacto nacional. “No queremos ser exclusivamente un país extractivista. Queremos valor agregado, darle crecimiento a nuestro país y trabajo a los argentinos”, afirmó. También remarcó la dimensión federal del desafío: “Las provincias, las regiones y los pueblos originarios deben ser los primeros beneficiarios de esta riqueza”.
Por su parte, Marcelo Murúa, ministro de Minería de Catamarca, expuso una visión estratégica centrada en la industrialización provincial y la integración local. “La minería tiene mucho para crecer en términos de capturar inversión extranjera directa a través de su industrialización”, explicó. Según el funcionario, el foco debe estar puesto en dos frentes: “Por un lado, avanzar en la producción de baterías o cátodos, que es la industrialización a la que tenemos que aspirar; y por otro, lograr que cada insumo o servicio que demande la minería pueda realizarse en Argentina”.
Una mirada económica que profundiza en la industrialización en origen
Entre los aportes técnicos más destacados del encuentro, Daniel Jiménez, socio fundador de iLiMarkets y ex vicepresidente senior de Litio e Iodo en SQM, presentó un análisis que contrasta con la visión predominante sobre el valor agregado local. En su presentación —titulada “Autogol: por qué la anhelada industrialización está destruyendo valor”—, argumentó que producir carbonato de litio (Li₂CO₃) dentro del país podría ser menos rentable que enfocarse en la producción y exportación de cloruro de litio (LiCl), un producto intermedio que permitiría reducir costos y riesgos en el contexto actual.
Jiménez explicó que los refinadores integrados fuera de China —como los que operan en América Latina— están destruyendo valor, mientras que los refinadores chinos producen con márgenes prácticamente nulos. En ese contexto, estimó que fabricar carbonato de litio en la Argentina cuesta entre US$ 2,5 y US$ 3 más por kilo de LCE que producir LiCl en el país y refinarlo en China. “Si los productores argentinos capturaran apenas la mitad de esos ahorros, sus ganancias podrían aumentar en US$ 60 millones hoy y hasta US$ 150 millones en 2030”, señaló.
El especialista también detalló que el proceso actual de conversión demanda una enorme logística de insumos, en particular carbonato de sodio: se requieren más de 75 camiones diarios para abastecer las plantas en la puna. Una estrategia orientada a producir LiCl, sostuvo, reduciría esa dependencia y permitiría ahorrar entre US$ 160 y US$ 200 millones anuales en costos operativos hacia 2030, además de disminuir el CAPEX en US$ 500 a US$ 750 millones por año.
Desde su perspectiva, apostar a la industrialización completa dentro del territorio no sólo encarece los proyectos, sino que puede restringir la expansión productiva. “El desarrollo más eficiente sería concentrar la extracción y concentración del litio, exportando un intermedio competitivo para su refinación en polos industriales ya instalados”, resumió.
El análisis de iLiMarkets introduce además un factor tecnológico: las nuevas generaciones de baterías —como las de estado sólido o los cátodos LFP Gen 4— tenderán a demandar LiCl o LiH₂PO₄ en lugar de carbonato de litio. “La historia demuestra que apostar a un único químico es riesgoso; producir un intermedio es la opción más segura”, advirtió Jiménez, quien sugirió que el país podría mantener sus ingresos fiscales si adapta su esquema de regalías, al estilo del modelo australiano, que aplica tasas diferenciadas según el grado de procesamiento.
Un debate que define el modelo de desarrollo
La exposición de Jiménez reintrodujo una pregunta clave en la agenda minera argentina: ¿el verdadero valor agregado está en industrializar localmente o en optimizar la competitividad global?
Mientras funcionarios y empresas promueven la instalación de plantas de conversión, la visión del experto, ex SQM, sugiere que el camino hacia un desarrollo sostenible podría pasar por fortalecer la producción primaria eficiente, reducir riesgos y articular con centros internacionales de refinación y manufactura.
Así, el debate por el valor agregado del litio no enfrenta solo a quienes quieren o no industrializar, sino a dos concepciones distintas de desarrollo: una que busca consolidar capacidades industriales dentro del país, y otra que apuesta a la integración global con eficiencia económica.