Por Diego Hernandez
Ingeniero en minas
Coach de liderazgo organizacional profesional – Consultor Ecoplanet Services SAS
Miembro de OADES (Observatorio argentino para el desarrollo sostenible)
Para entender mejor, es necesario distinguir el
prefijo mega, utilizado para dar un orden de magnitud, del uso tendencioso que
algunos sectores prohibicionistas pretenden asociar con una falta de responsabilidad
y descuido con el cuidado del ambiente y las personas. Dicho lo anterior, puede
concluirse que el “Megarelato prohibicionista” no puede invisibilizar el real
aporte de valor generado por la actividad desarrollada por la industria minera.
En Argentina la industria minera , es una actividad legítima, amparada por el código minero de la nación y desarrollada en un sólido y estricto marco legal, léase: Ley 25670, General de ambiente, Ley 25688, Gestión de aguas, Ley 25743, Protección y tutela del patrimonio arqueológico y paleontológico, Ley 22421, Preservación y defensa de fauna silvestre, Ley 24585, Protección ambiental para la actividad minera, Ley 20744 de contrato de trabajo y sus decretos reglamentarios y modificatorios, Ley 27348 accidentes y riesgos del trabajo, Superintendencia de Riesgos de trabajo, Ministerios y Subsecretarías nacionales y provinciales del trabajo, Programas de HSEC de las Compañías y más.
En el marco descrito ut-supra y considerando que el país posee una gran cantidad de recursos minerales, que la industria presenta un grado de desarrollo muy pequeño, especialmente si la comparamos con Chile, Perú y Brasil quienes superan hasta por 10 veces en miles de millones de dólares las exportaciones metalíferas de la Argentina, sumado a que la transición energética hacia energías limpias (Solar, eólica, nuclear, entre otras) podrá realizarse si y sólo si, el mundo dispone de minerales, se presenta un contexto de alta demanda y precios altos. En esta línea es posible citar como ejemplo a la electromovilidad, en la cual se requerirán baterías de litio para hacer funcionar un auto eléctrico, que, a su vez, utilizará 5 veces más cobre que un auto convencional o los innumerable tipos de minerales que requiere la construcción de una turbina de generación de electricidad de fuente eólica o los minerales necesarios para construir un panel fotovoltaico.
Lo escrito representa una gran oportunidad para el país, con una industria minera pujante, ambientalmente sostenible y socialmente inclusiva es posible generar oportunidades para hacernos cargo de algunos Objetivos de desarrollo sostenible (ODS metas y objetivos ONU 2030) tales como: fin de la pobreza, hambre cero, salud y bienestar, educación de calidad, igualdad de género, entre otros.
Sin dudas, es posible el desarrollo sin descuidar el
ambiente e integrando a las compañías productoras, al estado y a la sociedad
civil.
El gran desafío para
nuestros gobernantes es aprovechar esta gran oportunidad y evitar que se nos
pase el tren una vez más