Por Marita Ahumada
Directora Comité Asesor, Women in Mining Argentina
La sociedad moderna basa su alimentación, bienestar, vivienda y transporte en el aprovechamiento de los recursos naturales (renovables y no renovables) por lo que su consumo responsable y uso eficiente son fundamentales. La clave para su desarrollo sostenible es la mejora continua de la gestión de los recursos a nivel global; para ello, además de la transición de economías lineales a una economía circular y gestión de los residuos (perspectiva de las 3 R) es vital concientizar acerca de la eficiencia material (material efficiency), eficiencia de los recursos y gestión de materiales de la manera más productiva a lo largo de sus ciclos de vida.
Investigadores del Panel Internacional de Recursos (IRP) han demostrado que la eficiencia material complementa a las mejoras en eficiencia energética y a la transición hacia energías renovables como medidas de mitigación del cambio climático. Entre las estrategias concretas se encuentran un uso más intensivo de las viviendas y su diseño con menos materiales, y un mejor reciclaje de los materiales de construcción. Asimismo, las estrategias de eficiencia material podrían colaborar con la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero no solo por la reducción en las emisiones del ciclo de materiales de los vehículos, sino por la concientización en sus reglas de uso.
Es importante destacar que esta transición energética hacia la descarbonización y a la vez satisfacer las demandas de los seres humanos requiere de una cantidad creciente de minerales y materias primas que dependen fuertemente de la industria minera, entre ellos aluminio, cobre, hierro, litio, manganeso, níquel, cobalto, fósforo, grafito y plásticos. La minería responsable es pionera en la reducción de los impactos negativos sobre los medios físico, químico y socio económico cultural en todas sus etapas operativas, colaborando además con la producción de energía para autoabastecimiento en minas alrededor del planeta.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en el inicio de su Decenio sobre la Restauración de los Ecosistemas insta a “hacer las paces con la naturaleza” tomando a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como marco de abordaje integral contra la pérdida de biodiversidad, contaminación y el cambio climático. Esto implica una revisión del modelo de desarrollo humano actual el cual conlleva un alto consumo de recursos, entre ellos agua, alimentos y minerales.
La industria minera trabaja globalmente con el fuerte compromiso social de desarrollarse cumpliendo la mayor cantidad de metas de la agenda de los ODS, basada en iniciativas ambientales y normativa de mejores prácticas promoviendo alianzas con las comunidades y gobiernos para el logro de un equilibrio entre el crecimiento económico y la protección del ambiente donde la persona se ubica en el centro de las políticas. Localmente fue fundamental el acompañamiento de los gobiernos con normativa que aborda de manera integral la posibilidad de un desarrollo minero con este necesario equilibrio acompañando a un planeta con miras a la descarbonización, electromovilidad y uso de energías alternativas. Argentina ha sido un impulsor de este cambio, promulgando leyes en materia de cuidado ambiental, y el sector minero fue uno de los que ha tenido un rol fundamental sancionando la Ley Nacional de la Protección Ambiental para la actividad minera que rige desde 1995.
Hoy nuestro país ha evolucionado en materia ambiental con la incorporación de leyes que brindan herramientas para acompañar una gestión productiva y con miras a la Agenda 2030. Ejemplos de ello son: la Ley General del Ambiente 25.675, la Ley 25.831 sobre Régimen de Libre Acceso a la Información Pública Ambiental y la Ley 27.520 de Presupuestos Mínimos de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático Global. Además, otro logro ha sido la aprobación de la Ley 2967-D-2020 de Educación Ambiental Integral que brindará oportunidades de aprendizaje en todos los ámbitos de nuestra sociedad.
El dilema entre producción y ambiente se salda desde la perspectiva del desarrollo integral de las regiones y el involucramiento de las comunidades locales, empoderadas con acceso amplio y simple a la información, y el compromiso de participar de debates centrados en diálogos transformadores que contengan la diversidad de miradas, cosmovisiones y realidades de cada una.