La iniciativa ubicada en el sur provincial propone producir óxido de cobre para fungicidas agrícolas, con procesos controlados, bajo impacto ambiental y un esquema operativo propio de la pequeña minería.
Por Panorama Minero
Mientras Mendoza acelera definiciones vinculadas a la exploración y a la futura producción de cobre a gran escala, comienza a consolidarse en paralelo otro segmento menos visible, pero estratégico: la pequeña minería metalífera, orientada a abastecer demandas productivas concretas del mercado interno. Se trata de proyectos de baja escala, con procesos industriales acotados y fuerte control ambiental, que buscan integrarse a cadenas ya existentes, como la agricultura y la vitivinicultura.
En ese escenario se inscribe el proyecto Cobre San Romeleo, ubicado en el departamento de Malargüe, una iniciativa orientada a la producción de óxido de cobre, insumo base para la elaboración de sulfato de cobre y oxicloruro de cobre, productos ampliamente utilizados como fungicidas en la agricultura, especialmente en esquemas de producción orgánica.
El proyecto ya atravesó su audiencia pública y avanza dentro de los carriles administrativos previstos, en un contexto donde Mendoza busca desarrollar la minería en todo su abanico posible: desde la pequeña escala hasta los grandes emprendimientos estructurales.
Un proyecto de baja escala con destino productivo definido
Cobre San Romeleo es promovido por LABSA S.A. y se desarrolla sobre una propiedad minera de 45 hectáreas, ubicada en el Puesto Aguas de Isaac, Quebrada de San Romeleo, distrito Río Barrancas, en el sur mendocino. Desde el punto de vista técnico y regulatorio, se trata de un proyecto de escasa envergadura, tanto por su capacidad operativa como por el tipo de proceso involucrado, con impactos ambientales de alcance predominantemente local.
La operación prevé una capacidad de procesamiento de 40 toneladas diarias de mineral, con una inversión estimada en el orden de los US$3 millones, incluyendo obras civiles, equipamiento, accesos, capital de trabajo y montaje de planta.
El esquema operativo contempla extracción en cantera, transporte interno y posterior chancado y molienda, seguidos de procesos de beneficio destinados a concentrar el cobre en forma de óxido. La planta de tratamiento, de diseño compacto, ocupa una superficie aproximada de 2.000 m², distribuida en dos niveles y emplazada estratégicamente dentro de la propiedad minera, en un sector lindante con un arroyo seco.
El producto final del proceso es óxido de cobre, que luego se transforma en sulfato de cobre y oxicloruro de cobre, insumos esenciales para el control de enfermedades fúngicas en cultivos regionales. Se trata de productos de uso cotidiano en la vitivinicultura mendocina y en otras economías regionales, lo que posiciona al proyecto como un proveedor local de insumos estratégicos y permite avanzar en la sustitución de importaciones.
Un punto relevante desde el enfoque ambiental es que el proyecto no contempla el uso de sustancias prohibidas por la legislación vigente, y simplificando los esquemas de control y fiscalización.

Balance de masa, efluentes y control ambiental
Desde el punto de vista técnico, el balance diario de la operación indica que, a partir de las 40 toneladas de mineral procesadas, se obtienen aproximadamente 0,47 toneladas de óxido de cobre, mientras que el material agotado asciende a unas 39,5 toneladas diarias. La pérdida de cobre en el residuo se estima en torno al 10% del contenido total, un valor habitual para procesos de este tipo.
El yacimiento se emplaza a una altitud media de 1.700 metros sobre el nivel del mar, sobre unidades geológicas bien caracterizadas. La mineralización se aloja en areniscas arcósicas portadoras de cobre, con presencia predominante de calcantita, acompañada por malaquita, azurita, brocantita y otros minerales secundarios.
Desde el punto de vista hidrogeológico, el área no presenta acuíferos subterráneos de importancia, y las vertientes superficiales identificadas tienen caudales acotados, destinados principalmente al uso humano y ganadero. El clima es árido, con precipitaciones escasas y vegetación xerófila típica del sur mendocino.

La audiencia pública como instancia de validación social
En el marco del proceso de evaluación del Informe de Impacto Ambiental, el proyecto celebró recientemente su audiencia pública, con una importante participación de ciudadanos y representantes de distintos sectores productivos, sociales y académicos. La instancia se desarrolló de manera presencial en las inmediaciones del proyecto, en Malargüe, y en forma virtual, garantizando el acceso de todas las personas interesadas.
Durante más de seis horas de exposición, se registraron intervenciones de distinto perfil, destacándose que más del 90% de quienes tomaron la palabra expresaron su apoyo a la iniciativa.
Cobre San Romeleo se suma así a un escenario más amplio, donde Mendoza avanza tanto en la gran minería del cobre como en proyectos de menor escala, con destinos productivos específicos. En este caso, la producción de insumos para la agricultura posiciona a la minería no como una actividad aislada, sino como un eslabón complementario dentro del entramado productivo provincial.
Lejos de competir con otras actividades, este tipo de proyectos muestra que la minería puede integrarse a economías regionales ya consolidadas, aportar valor agregado y generar empleo local, en un esquema técnico, controlado y con reglas claras. En ese sentido, la pequeña minería del cobre empieza a ocupar su lugar dentro del nuevo mapa minero mendocino.



























