Mientras que en la esfera social y política aún sigue vigente el debate relacionado a los efectos de la Ley 26.630, el avance de la ciencia proporciona un abanico de nuevos análisis e investigaciones necesarios para comprender la magnitud y complejidad de un asunto que tendrá marcada incidencia en el desarrollo productivo de Argentina en las próximas décadas. Al respecto, el Msc. Silvio Pastore, director geocientífico del Inventario Provincial de Glaciares en el Sistema Hídrico del Río San Juan (SHRSJ), introduce dos grandes consideraciones con miras al futuro: la sequía y el cambio climático.
Por: Silvio Augusto Pastore, Msc.
Departamento de Geología de la Universidad Nacional de San Juan.
Profesor de la Cátedra Elementos de Perforaciones
Coordinador del Gabinete para Estudios de Geocriología, Glaciología, Nivología y Cambio Climático
Director Geocientífico del Inventario Provincial de Glaciares en el SHRSJ
Una importante área de América del Sur está cursando una sequía (2019/2020) que en algunos casos es comparable con el ciclo mínimo de derrames registrado. El sur de Brasil, el centro y norte de Chile, San Juan y Mendoza entre otras regiones de Argentina y América están sufriendo esta condición climática, y las predicciones sugieren para el trimestre junio-agosto de 2020 mayores probabilidades de ocurrencia de condición neutra (58%) y bajas probabilidades de desarrollo de un evento Niño o Niña, lo que implicaría otro ciclo (2020/2021) de sequía.
Este escenario, en conjunto con los relacionados a los efectos socioeconómicos producidos por la actual pandemia y el impacto del cambio climático en los aspectos físicos del sistema, producirá un marcado desmejoramiento de las condiciones para la producción en cada una de las regiones señaladas. Particularmente, incidirá en la producción de alimentos, afectando así en la cantidad, la calidad y los costos.
En las provincias de San Juan y Mendoza, el mayor uso del recurso agua (demanda) está destinado a la producción de alimentos y se están registrando valores mínimos en los derrames hídricos anuales (oferta) medidos en sus principales cuencas, situación que agrava aún más la escasez hídrica de la región.
Es justamente en estos ciclos de sequías en los que la temática del uso de agua toma mayor relevancia y resurgen los conflictos que, por cierto, son históricos en estas provincias.
Si analizamos al Sistema Hídrico del Río San Juan (SHRSJ) como un caso de estudio, con el fin de contextualizar la realidad de un sistema donde se concentra la mayoría de la población y producción de una provincia, observamos que el derrame mínimo histórico registrado – en 110 años de registro- fue para el ciclo 1968/1969, y este fue similar a los derrames que se están midiendo en el presente ciclo hídrico 2019/2020 si se estiman los caudales de los meses de mayo y junio del 2020.
El uso del recurso en el SHRSJ es mayoritariamente agrícola, seguido por el consumo humano, abastecimiento municipal para riego del arbolado público, industria y minería. En ciclos de sequía solo está asegurada la provisión de agua para el consumo humano y para los derechos otorgados en las cabeceras del sistema (aguas arriba de las presas sobre el río San Juan). Por este motivo la producción tradicional de alimentos en los valles principales presenta una alta vulnerabilidad. La construcción de presas en el SHRSJ permitió trabajar en esta problemática al contar con una reserva de agua de hasta 1.500 hm3 que con un correcto manejo puede suplir el faltante en el derrame anual para el sector agrario por un corto periodo de sequías continuas.
Los procesos geológicos que dieron origen a esta cuenca produjeron las condiciones para que existan importantes interacciones entre los sistemas de agua superficial y subterránea, y fundamentalmente dieron origen a grandes depresiones que fueron rellenadas posteriormente por material aluvional en los distintos periodos glaciales, originando excelentes acuíferos en cuanto a su tamaño y calidad para almacenar agua (Acuíferos: Barreal-Calingasta, Zonda-Ullum y Tulum).
Estos acuíferos constituyen la principal reserva de agua en el SHRSJ y representan una fuente genuina de suministro para los diferentes usos, en especial en los periodos de sequías como el actual, pero debe cuidarse y no producir su sobreexplotación.
Los glaciares en el sistema han experimentado una reducción de tamaño, en coincidencia con lo que sucede a nivel global. En función de la información del Inventario Provincial de Glaciares del SHRSJ sobre los estudios de fluctuaciones realizados en 19 glaciares, se evidencia una tasa promedio de pérdida de 4,55 ha/año y de retroceso de frentes de 9 m/año en el periodo analizado entre 1986 y 2015. Al relacionar estas variaciones con el índice climático MEI (Multivariate ENSO Index) puede establecerse claramente que los valores mínimos de superficie de los glaciares corresponden con el fin de un ciclo Niña.
El Departamento de Hidráulica (DH) de la provincia informa una erogación de caudal de 38 m3/s de los diques a los canales de distribución para riego, mientras que el caudal medio del río San Juan fue de 20 m3/s. Es decir, se estaría utilizando de las reservas de agua embalsada un valor aproximado de 18 m3/s.
Si consideramos el periodo de octubre 2019 a marzo del 2020, como el periodo de mayor demanda de agua del sector agrícola, el Departamento de Hidráulica ha erogado un volumen total aproximado de 590 hm3, de los cuales 311 hm3 provienen del derrame actual del río y 280 hm3 desde las reservas en las presas. Es oportuno aclarar que el sistema de distribución presenta pérdidas en todo su recorrido, por lo que el volumen total disponible por la actividad agrícola no necesaria- mente es el mismo que el DH eroga.
Existe la suposición generalizada en la opinión que las actividades en la alta montaña son parte responsable de los bajos caudales en los ríos de la región. En el presente ciclo hídrico en el SHRSJ se han realizados dos actividades con un grado de participación en el uso del agua, el ingreso de ganado caprino (veranadas) y las actividades de exploración minera.
Si realizamos una estimación ajustada a la realidad del consumo de estas, debemos decir que el ingreso de las 50.000 cabezas de ganado caprino ha consumido un volumen aproximado de 0,27 hm3 (30 l por día por cabeza en 6 meses de permanencia) y que los proyectos de exploración minera han consumido 0,1 hm3 entre las perforaciones, campamento y mantenimiento de huellas durante los 5 meses anteriores a la cuarentena.
En la actualidad no hay actividad de explotación minera, pero aun si consideráramos los 6 l/s de uso de agua de la mina Casposo, que finalizó sus operaciones en abril de 2019, representarían 0,20 hm3 totales anuales.
Por ello, el conocimiento alcanzado sobre el comportamiento desde el Valle de Tulum hacia las nacientes en la alta cordillera, sin considerar lo que sucede en la zona de cierre del SHRSJ, nos permite concluir que:
• Los derrames históricos de los ríos presentan una pendiente negativa (decrecimiento) y se estima una reducción de estos en aproximadamente el 30% hacia fines de este siglo.
• Los glaciares están en franco retroceso y han superado su peak de contribución al sistema hídrico.
• El periodo de sequía actual es comparable con la del ciclo 1968/1969 (el mínimo derrame hídrico registrado en la provincia).
• Existen importantes interacciones entre el agua superficial y subterránea, y es correcto suponer que en años de sequías aumenta la participación del agua subterránea que se aporta a las escorrentías superficiales a través de las distintas vertientes naturales en el sistema.
• La construcción de presas en el río San Juan ha demostrado su utilidad para atenuar el déficit entre la oferta y la demanda, para un periodo acotado de tiempo.
• La sumatoria de los usos de agua en alta cordillera se encuentra muy por debajo de los valores detectables en el km 101, sitio de aforo del Río San Juan.
• Se pronostica un ciclo 2020/2021 neutro, lo que agravaría la escasez actual y pondría al límite el sistema de almacenamiento de agua en las presas.
• Para el ciclo 2020/2021 será necesario aumentar la extracción del agua subterránea para cubrir la demanda, lo que provocará un aumento de los costos de producción y no se conoce aún el impacto que producirá en estos.
• Con carácter de urgencia debe realizarse un proceso social, sistémico, entre la ciencia, el sector público y el privado con el fin de elaborar un programa de adaptación a la escasez hídrica.