Como es de esperar, el oro continúa consolidando su cotización por ser el principal refugio económico ante el escenario recesivo global y los coletazos de la pandemia del COVID-19. Al comienzo de la semana, la cotización del metal dorado ascendió a US$1.765 por onza, su nivel más alto desde 2012, mientras que las empresas auríferas reanudan sus operaciones en todo el mundo.
Por regla general, se observa que cuando ocurre una crisis el precio del oro asciende. Esto explica el porqué de las cotizaciones históricas que ha alcanzado el metal precioso en los últimos meses como así también las altas proyecciones en torno al precio del metal que se prevén para el segundo semestre de 2020 en función de cómo avance la pandemia y si finalmente se encuentra una vacuna al virus SARS-CoV-2, lo que permitiría retomar a una cierta normalidad social y económica, aunque con las consecuencias claras del actual freno de la actividad productiva y el desplome de los mercados.
A partir de este escenario, se estima a escala global una fuerte retracción económica que impulsará la demanda del oro, lo que impactará en su cotización, situándose en una media de entre US$1.800/oz y US$2.000/oz. El exceso de deuda, la inflación y la degradación de la moneda tendrán una incidencia clara en el ritmo económico pese a los esfuerzos de las grandes potencias por inyectar recursos a la economía para evitar una contracción generalizada.
«En los próximos 12 meses, esperamos un nivel del oro cercano a US$2000/oz», señaló al respecto Joe Foster, administrador de uno de los fondos más grandes del mundo, el ETF VanEck, quien agregó que «si tenemos un ciclo inflacionario más adelante podremos imaginar que el oro podría estar cotizando a más de US$ 2.000/oz en los próximos años»
En paralelo, otros metales que han afianzado su cotización esta semana son el paladio, que ganó un 1,4%; la plata, que subió un 0,8% hasta US$17,53/oz, y el platino, cuyo precio registró un alza del 1,7% hasta US$846,39/oz según lo estimado por la agencia Reuters.