La energía es un ítem clave a la hora de definir inversiones, tanto mineras como de otros segmentos industriales. También es decisivo para otorgar una calidad de vida adecuada a todos los ciudadanos. Los avances de las grandes economías, el crecimiento del PBI, y la puesta en valor y transformación de los recursos se realizan, únicamente, con un suministro energético que no solo esté garantizado en cuanto a disponibilidad, sino que también sea competitivo.
Toda sociedad desarrollada tiene un soporte energético para sustentar ese crecimiento en el tiempo. Independientemente de que se trate de renovables o no renovables, sin energía no existe un futuro claro: hogares y centros industriales requieren de previsibilidad energética.
En un plano netamente minero de toma de decisiones, la factibilidad de cualquier proyecto se define por la presencia de varios componentes claves como geología, hidrología, equipos, y energía. El éxito y la competitividad de un centro minero será cuestión de factores endógenos y exógenos, donde el acceso a energía en forma fácil y económica es una de las variables más decisivas.
Pero es preciso poner en claro que la generación y obtención de energía tiene que ser bajo el amparo de la protección y cuidado del medioambiente. Es en esta senda que se debe alcanzar un equilibrio entre abastecimiento energético y menor huella ambiental. Y es aquí donde la energía nuclear juega un rol relevante, porque es una de las fuentes generadoras de electricidad que emiten menos gases de efecto invernadero, a la vez que satisface la creciente demanda de energía de una población mundial en aumento y contribuye al desarrollo sustentable a nivel mundial. El impacto es tan relevante que, acorde a lo informado por la OIEA -Organización Internacional de la Energía Atómica, organismo dependiente de la ONU- la utilización de energía nuclear evita que anualmente se emitan unas 2.000 MT de dióxido de carbono, lo que equivaldría a retirar más de 400 millones de automóviles de circulación por año.
En 2016 se suscribió el Acuerdo de París, en el cual se hace un llamamiento a limitar el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de dos grados Celsius respecto a los niveles preindustriales. Un total de 175 países suscribieron el acuerdo de referencia, situado en el contexto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, destacando que la energía nuclear jugará un rol cada vez mayor en el largo plazo, destacando las ventajas de su utilización en lo que hace no solo a disminuir el cambio climático, sino también a su importancia como garante energético.
Pero para acceder al desarrollo de la energía nuclear se necesita del principal componente, que es el uranio. A este momento, Argentina importa el 100% del uranio que consumen sus centrales nucleares. De cualquier manera, nuestro país posee importantes recursos uraníferos: un solo ejemplo es el depósito Cerro Solo (CNEA) en Chubut, con un recurso histórico cercano a las 6.000 toneladas, además de una importante actividad exploratoria de mano de compañías que operan en la zona patagónica.
Los recursos uraníferos de Argentina podrían no solo abastecer la demanda interna, sino que el excedente podría ser un importante generador de divisas para las arcas de la Nación. Sumado a esta riqueza geológica, se debe agregar la existencia de una organización como la Comisión Nacional de Energía Atómica –pionera en América Latina-, y Capital Humano especializado. Sin duda alguna que son factores de peso para desarrollar el sector nuclear nacional, a sabiendas que la energía nuclear cobrará más fuerza en el futuro, garantizando suministro energético y un menor impacto ambiental.