En las universidades se enseñan el respeto y la ética profesional. Básicamente, el respeto es no tratar a los que no piensan como uno de ignorantes y la ética es no incurrir en terrenos de otras especialidades que se desconocen; también el sentido común nos dice que al tener un título universitario hay que ser cuidadosos en nuestras afirmaciones y dichos, pues la mayoría piensa que es cierto lo que dijo el “doctor”, “ingeniero”, “licenciado”, etc. y eso, si falta a la verdad, engaña; el engaño trae desconfianza, después bronca y miedo, posteriormente odio y violencia, y no leímos en ninguna parte de su carta un repudio a los hechos violentos en Chubut; al contrario, los aplaude y sugiere que aquel que no sale a incendiar edificios públicos es un ignorante.
Por el Colegio de Ingenieros de Minas de Catamarca
A principios de este siglo, consultado el exdiputado “Negro” Nieto, de Movilización, respecto a que en Andalgalá se decía que Alumbrera tiraba bombas para que no lloviera y él respondió que en la ciudad decían lo mismo de los olivareros; y en cuanto a que no se aclarara que esas bombas no existen, él contestaba que si “el pueblo” creía que sí, mejor no decir nada y citaba frases de Heidegger y otros filósofos. Ahí está el error: no aclarar que lo que dicen y afirman aquellos que no conocen una actividad, transforman a sus afirmaciones en “realidad”. Por eso algunos creen que lo que dice un asambleísta o maestro de grado o profesora de literatura con respecto a la minería, es verdad, cuando en realidad son afirmaciones extraídas de personas descuidadas de la ética y el respeto prudente.
Todos sabemos que para hacer un puente no se convoca a sastres, maestros, filósofos o astrónomos. No se contrata un biólogo para hacer estudios de suelos, tal vez un arquitecto y seguro que un ingeniero civil; una operación de córneas no la hace un agrimensor o contador y así, en todas las actividades debemos estar asistidos por profesionales idóneos.
En el caso específico de la minería, es bueno dar a conocer qué hacen los ingenieros de Minas, que son los que están al frente de todas las operaciones mineras en Argentina y el mundo, pues las empresas no están manejadas por “José Agua Rica”, ni por “Carlos Veladero” o “Pedro Alumbrera”, sino por ingenieros en Minas, formados en universidades argentinas.
Los ingenieros de Minas de la República Argentina cumplen un rol fundamental en el desarrollo de la minería local, por ello es necesario dar a conocer cuáles son las actividades básicas que desempeñan:
– Planificación, diseño y construcción de minas subterráneas y a cielo abierto.
– Planificación, diseño y construcción de plantas de tratamiento de minerales.
– Dirección y gerenciamiento de esas plantas.
– Docencia.
También es importante saber cuál es la formación del ingeniero en Minas. Esta carrera se cursa en cinco (5) Universidades Nacionales de la República Argentina, a saber:
– Universidad Nacional de Catamarca.
– Universidad Nacional de La Rioja.
– Universidad Nacional de Jujuy.
– Universidad Nacional de San Juan.
– Universidad Nacional de San Luis.
Allí los alumnos son formados –en una carrera de cinco años de duración- conforme a programas integrados para esta especialidad, con las adaptaciones necesarias para cada provincia.
La enseñanza consiste en prepararlos para enfrentar las distintas etapas de la minería: –exploración, desarrollo y producción minera, tanto en el aspecto técnico-económico, como en el social y ambiental, para que esta industria siempre ofrezca a las poblaciones circundantes, a las provincias y al país, el mayor beneficio posible con el mínimo impacto ambiental.
Se instruye al alumnado en las cuestiones operativas, donde la movilización de grandes volúmenes de rocas, mineralizadas o no, debe efectuarse correctamente, pues es una tarea de vital importancia; en los cálculos de taludes, galerías, túneles, su confección fortificación y control, para que toda la faena minera se desarrolle dentro de un marco de seguridad e higiene rigurosa.
Las enseñanzas, teóricas y prácticas, en el uso de explosivos son para que produzcan la menor cantidad de vibraciones y polvos, que el producto de ella tenga un tamaño adecuado para su posterior tratamiento; que no haya derrumbes o corrimientos peligrosos y no se contabilicen daños a las personas, caminos y maquinarias y por supuesto, al ambiente.
La preparación de los alumnos incluye: trituración, molienda y el manejo de los reactivos químicos, pues su aplicación es indispensable para la producción de mineral comercializable y la dosificación de éstos se realiza de un modo estricto y con particular cuidado de sus efectos ambientales.
En los últimos años de la carrera se les proporciona un entrenamiento intensivo mediante prácticas en establecimientos mineros, considerando el medio ambiente, higiene y seguridad industrial y economía minera.
Se capacitan en lo que se refiere al agua que se necesita durante el proceso de concentración, que se recicla todo lo posible y el tratamiento de los efluentes, de manera que su almacenamiento final no ofrezca dificultades en su control mientras tengan –potencialmente- la capacidad de producir alteraciones al medio ambiente.
Como vemos, en las universidades se prepara a conciencia a los técnicos para que puedan planificar, diseñar y dirigir las operaciones en un marco de seguridad muy vigilado y que, si aún así se producen accidentes, tengan los conocimientos necesarios para resguardar a las personas, maquinarias, poblaciones, medio ambiente y responder con eficiencia en su control.
Las universidades educan profesionales idóneos, responsables y conscientes de su papel en la sociedad, y NO egresados para que contribuyan a la desaparición de poblaciones, envenenen aguas y produzcan muertes de personas, animales o plantas.