El flamante presidente de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros, Roberto Cacciola, compartió a Panorama Minero lo que proyecta para la actividad minera en un contexto atravesado por el clima político y un escenario global también vertiginoso.
Por Panorama Minero
¿Cuáles son los objetivos estratégicos que la nueva administración de CAEM ha establecido para su actual mandato?
El gran eje es, como siempre decimos, el desarrollo de la industria minera. La Cámara está para impulsarlo desde todos los ámbitos. Sin embargo, en la gestión de esta nueva comisión directiva hemos acordado algunos ejes principales que nos guiarán de cara a lo que viene.
Entre ellos, seguir reforzando el trabajo bajo una agenda federal y con una visión amplia de la industria. Esto significa que todos trabajamos en conjunto y que a la vez se reconocen las particularidades de cada sector, de cada región y de cada provincia. Y en esto jugarán un rol muy importante las cámaras provinciales.
Por otra parte, estamos trabajando para generar una voz para la industria, acordando mensajes consensuados sobre los grandes temas de la minería, tales como las necesidades de condiciones para las inversiones, el acompañamiento a la producción, cuestiones productivas y sociales. Buscamos mantener el foco en los puntos en común que consideramos esenciales y llevar un mensaje coherente sobre el cual todos los actores involucrados, en especial las autoridades, puedan trabajar.
Hay aspectos que son prioritarios no sólo para las empresas sino también para el país, como por ejemplo la puesta en marcha de los proyectos de cobre, la continuidad de la producción de oro y plata, la consolidación del litio y el acompañamiento a las necesidades de la minería no metalífera.
¿Hasta qué punto afecta la situación política local y el escenario económico al corto y medio plazo de la industria minera?
La situación macroeconómica que estamos atravesando impacta en nuestra industria, tal como sucede en la mayoría de los sectores productivos. Uno de los temas más complicados en ese sentido es el freno en las aprobaciones del Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA) y del Sistema de Importaciones de la República Argentina y Pagos de Servicios al Exterior (SIRASE), dado que se compromete el acceso a bienes e insumos necesarios para producir. Esto impacta en el sector golpeando muy fuerte tanto a la minería metalífera como a la no metalífera.
También la incertidumbre en cuestiones cambiarias y la imposibilidad de disponer de divisas son otros de los temas que afectan. Todo esto demora las ampliaciones de los yacimientos y la construcción de nuevos emprendimientos mientras que frena la llegada de divisas. La situación es particularmente grave si vemos la actualidad de los proyectos de oro y plata, dado que en los yacimientos maduros baja la rentabilidad e impactan más fuertemente los incrementos en los costos. Todo esto acorta la vida útil de las operaciones actuales y desalienta los procesos de exploración y ampliación, por lo que además de complicar el corto y mediano plazo, también impactará en el largo plazo dejando fuera de radar a nuevos proyectos.
En esa misma línea, ¿cómo evalúan los últimos sucesos vinculados con la liberación de importaciones a través del SIRA por US$12 millones, recientemente anunciados por el Gobierno nacional?
La liberación de un conjunto de SIRAs que había presentado el sector se dio tras un proceso que derivó en mesa de trabajo entre CAEM, la Aduana y la Secretaría de Minería de la Nación. La decisión surge de un hecho básico: somos un sector que exporta por 100 e importa por menos de 7, por lo que hay que cuidar que pueda seguir produciendo y generando las divisas que el país necesita.
Debemos seguir gestionando para que no se corte la cadena de aprobaciones. Es un momento complejo y por tal motivo continuaremos llevando adelante desde la Comisión Directiva de CAEM todas las gestiones que resulten necesarias.
En anticipación a la próxima elección presidencial, ¿cuáles son las medidas que podrían apuntalar el despegue del sector minero durante el período 2023-2027?
Creo que el tema es que, justamente, no se debería pensar en el desarrollo del sector para los próximos cuatro años. La minería requiere sí o sí de una planificación de largo plazo, que exceda los tiempos políticos y no quede atada a sus vaivenes.
En primer lugar debería acomodarse la cuestión cambiaria, necesitamos un dólar competitivo. Y además, confiamos en que, quien sea que gane, logre regularizar definitivamente el tema de las importaciones. Estos temas son prioritarios.
Lo que necesitamos es un gobierno comprometido con el desarrollo del sector, para que podamos dejar de hablar del potencial y empecemos a convertirlo en un presente concreto. Los recursos están, los proyectos están, hay que generar las condiciones para ponerlos en marcha.
El próximo gobierno debe tener en cuenta que, aunque los yacimientos mineros requieren un tiempo considerable para comenzar a producir que va más allá de los próximos cuatro años, el desarrollo o la construcción de los mismos puede tener un impacto significativo en las economías regionales. Esto se debe a la creación de empleos e inversiones locales y al impulso de la industria de bienes y servicios, además de la entrada de divisas. Por ejemplo, en el caso del cobre, los cinco proyectos más avanzados podrían aportar aproximadamente US$2.000 millones anualmente en inversiones y exportaciones para el año 2027. Pero para lograr esto se necesita trabajar en generar las condiciones adecuadas.
¿Qué análisis realiza sobre la situación del oro y la plata en comparación con otros segmentos que gozan de un mayor protagonismo, como el cobre y el litio? ¿Considera que esta diferencia está relacionada con las condiciones de mercado o existen posibles mejoras internas para evitar el declive en estos sectores?
Es imprescindible que se trabaje sobre la realidad de cada sector, atendiendo y dando respuesta a las necesidades específicas. El litio y el cobre tienen enormes posibilidades a partir del incremento de la demanda por la electromovilidad y las energías limpias. A partir de esto, se espera para el 2032 que se tripliquen los niveles actuales de exportación hasta llegar a los US$12.000 millones.
Pero si sólo nos enfocamos en estos sectores y no miramos el oro y la plata, Argentina corre el riesgo de perder los segmentos que hoy representan casi el 80% de sus exportaciones mineras. Si observamos la situación actual, es probable que no tengamos nuevos proyectos de oro/plata produciendo en la próxima década, por lo que resulta imperioso incentivar la exploración en este sector.
Esto no es un tema de mercado, hay demanda de estos minerales y la seguirá habiendo. De hecho, el incremento en el valor del oro en el último tiempo benefició al país y ayudó a compensar una baja en la producción.